Cosas que trajo la pandemia… las que se fueron y las que se quedaron

A estas alturas, en prácticamente todo el planeta, la pandemia de COVID-19 es ya cosa del pasado, pasó a mejor vida… y con ella todos los recortes de libertades fundamentales e imposiciones absurdas. Sin embargo, de forma consciente o inconsciente hemos adoptado nuevos usos y costumbres, la mayoría temporales, aunque otros parecen haber arraigado, para bien o para mal. Voy a desgranar los más importantes y si son algo positivo o negativo.

Lo primero de lo que quiero hablar es la cita previa. En los peores tiempos de la pandemia, en aquellos negocios y servicios que se encontraban abiertos, era habitual que se requiriera a los clientes que acudieran con cita previa si querían ser atendidos, para evitar la acumulación excesiva de personas en sus instalaciones. Con el levantamiento de las restricciones, los negocios privados fueron eliminando el requisito de la cita previa. Sin embargo, en la administración pública, la cita previa parece haber sido considerada un derecho adquirido por parte de los funcionarios. Aunque a día de hoy para muchos trámites administrativos carece de sentido exigir cita previa, sigue siendo un requisito indispensable para ser atendido por muchas de las instituciones públicas. En algunas administraciones, como la Seguridad Social, conseguir una cita se ha vuelto misión imposible, pues están disponibles muchas menos de las necesarias para dar una buena atención al ciudadano. A esto hay que añadir un mercado negro con las citas, que desaparecen tan pronto como se ponen a disposición del público, lo que está retrasando durante meses la tramitación de jubilaciones, con la correspondiente demora en el cobro de la pensión. Algunos prefieren pagar por una cita y saltarse la espera. Es hora ya de que se elimine el requisito de la cita previa allí donde jamás fue obligatoria antes de la pandemia.

Otro punto destacable es el de las cartas en bares y restaurantes. Con la pandemia, para evitar que fueran un vehículo de contagio (vaya estupidez) se suprimieron las cartas físicas y se llenaron las mesas con códigos QR para escanear con el teléfono móvil. En su momento nos adaptamos… aunque ahora nos parezca una estupidez pensar que el virus pudiera sobrevivir en la superficie, plastificada o no, de la carta. Sin embargo, los códigos QR generaron infinidad de problemas, como la dificultad de su manejo a mayores que no saben usar las nuevas tecnologías o a personas con problemas de visión que les impedían leer unas letras a veces demasiado pequeñas. Y todo por no hablar de problemas de batería o de cobertura… sí, he dicho de cobertura, pues a algunas mentes pensantes se les ocurrió la brillante idea de colocar códigos QR en zonas sin cobertura móvil, lo que impedía el acceso a la carta. Con el tiempo, las cartas físicas han vuelto en la mayoría de locales de hostelería, aunque algunos resisten fiándolo todo al código QR. En este caso, creo que se deberían ofrecer las dos opciones, tanto carta física como en QR y que cada uno pueda elegir el sistema con el que se encuentre más cómodo.

Algo que nos acompañó durante mucho tiempo fue el gel hidroalcohólico. En este caso, me parece una medida higiénica bastante acertada, no sólo para el COVID, sino para cualquier otro germen patógeno que se nos pueda pegar en la piel de las manos. A lo largo del día, nuestras manos entran en contacto con multitud de elementos, muchos de ellos que no destacan por su limpieza y pulcritud. Luego, inconscientemente, tendemos a llevarnos las manos a otras partes del cuerpo y esparcimos los gérmenes. Tener a disposición un poco de gel hidroalcohólico allá donde vayamos es un plus de higiene. Es algo que debería haber permanecido.

Por último, gracias a Dios, el bozal no ha permanecido. Algunos agoreros covidiotas abogaban por mantener su uso permanentemente en centros sanitarios, especialmente en hospitales… pero no les ha salido bien. El bozal obligatorio ha desaparecido también de ahí. Todavía queda gente que sigue llevando el bozal… allá ellos… mientras no nos obliguen. El que tenga miedo, que se proteja… ya los demás, que nos dejen vivir y respirar en paz, que ya hemos pasado página de la pandemia.

Y vosotros, ¿qué habríais dejado y qué habríais quitado? Dejadme vuestras respuestas en la caja de comentarios, que os leo.

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